El tiempo que llevo practicando Yoga aéreo me ha dado poco a poco la oportunidad de profundizar la práctica activa y orgánica de las asanas estáticas y en movimiento.
La práctica aérea me enseña a enfocar mi cuerpo en una atención nunca vivida antes. Me enseña a sentir desde adentro dándole prioridad a las condiciones mínimas que ocurren en mi interior. A sentir esa parte del columpio que te acuna como un bebé, como el ojo de la conciencia que te recuerda que puedes tener una máquina del tiempo y sentir la presencia de tu niña interior al columpiarme o mecerme o la fortaleza de una guerrera Singhs con las meditaciones profundas de mantras y de respiración.